sábado, 11 de octubre de 2014

Mi anillo de compromiso / La Pantufla confundida



Me había despedido de lo más cercano a un anillo de bodas que había tenido. Una pantufla amarilla casi blanca.

Había vuelto con un chico luego de una etapa que él llamó “el novio confundido” (esa etapa en que los hombres dicen no estar preparados para una relación seria y luego te sorprenden con que eres lo mejor de su vida) en fin, estábamos planificando vivir juntos y me dijo que tenía un regalo especial para mi, que su madre lo había ayudado a elegir y que se demoró muchos días en encontrar el ideal para mi.

Cuando le pregunté que tipo de regalo era: me respondió es amarillo, casi blanco, pequeño y lo usarás todos los días, te hará muy feliz.

Me tomó un segundo crear el mundo en mi cabeza ¡un anillo de compromiso! dos segundos más y ya había imaginado mi vestido de bodas, mi lista de invitados, la comida, el lugar, las luces, las flores, mis zapatos, el peinado, el maquillaje y todo lo demás.

Colgué (skype), en medio minuto les decía a mis amigas: “me va a dar un anillo de compromiso! ¡todas gritábamos al mismo tiempo!
Les conté los detalles, el color amarillo casi blanco, que lo usaría cada día, que era pequeño, que su madre lo ayudó a elegir ¡¡el anillo!!!

Al menos durante un mes pensé que era un anillo de compromiso, caminaba en las nubes y vivía en la luna, todo era rosado, perfecto y había paz mundial.

Llegó el día que me daría el regalo, me esperaba en el aeropuerto con hermosas flores, el apartamento estaba decorado con velas por todos lados, y había preparado la cena para mi, yo desde hace un mes había memorizado lo que diría en ese momento.

Me dio la bolsita de regalo, muy linda con arreglos de papel de colores, estaba a punto de dar mi discurso, y saqué de la bolsa una pantufla pequeñita amarilla casi blanca, voltee la pantufla por si el anillo estaba escondido, volví a voltearla y no encontré nada, por unos segundos el mundo se detuvo, luego escuché su voz ¿es linda no? Amarilla casi blanca, pequeñita como tu, la usarás todos los días.

Había pasado de la alegría extrema a la desilusión total, una pantufla, que además era una talla menos que la mía, me fui al bañó y lloré. 

No recuerdo si cené, el apagó la velas y luego seguí llorando, cuando me preguntó que me pasaba dije, lo de siempre: soy infeliz por no tener un perro... vaya excusa la mía.

Al día siguiente llame a mis amigas, la conversación inició con ¡Houston peligro!  Nos reímos y lloramos por horas. 

La relación duró al menos un año y medio más, pantufla incluida nos fuimos a vivir juntos, viajamos, reímos y terminamos la relación. 

El penúltimo día que lo vi, sentados en nuestra cama, en nuestra casa, le conté la historia del “anillo de compromiso”, creí que se reiría pero lloró, nos fundimos en un abrazo eterno.  

Ya había pasado mucho tiempo de esta historia, me estaba mudando de país entonces decidí que ya era hora de separarme de la pantufla, que no me hacía falta verla ni tenerla conmigo.

Salí de casa, caminé con la pantufla en la mano, y me despedí de ella “gracias, aunque me ocasionaste dolor, se que no era tu intensión, eras una “pantufla confundida”, ve linda y haz feliz a otra persona” la dejé en la acera y me fui sin mirar atrás.

------- casi fin-------

No saben las veces que borré esta historia, la volví a escribir, le quité detalles, entonces al final descubrí que soy humanamente imperfecta, que me imaginé algo que no era,  que me dolió  ¡¡claro!! me dolió mucho,  fue un carrusel de emociones, que quién me dio el regalo no tiene, ni tenía por que ser el malo de la película, que en una relación que nadie gana ni pierde, que en una relación se aprende, se disfruta y sobre todo se es genuino.

------- otro fin----------

No me arrepiento el haberme imaginado ese mundo en mi cabeza, aún creo que el amor es mágico, capaz de crear mundos maravillosos y hacer feliz a las personas. 

------ fin------



Que tengan un fin de semana hermoso y si pueden hagan feliz a una persona. 

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